Romanos 8:1-18
1-Así que a los que pertenecen a Jesucristo ya no les espera ninguna condenación,
1-Así que a los que pertenecen a Jesucristo ya no les espera ninguna condenación,
2-porque el poder vivificador del Espíritu, poder que
reciben a través de Jesucristo, los libera del círculo vicioso del pecado y de
la muerte.
3-El conocer los mandamientos de Dios no nos arranca
de las garras del pecado, porque no podemos guardar la ley ni la guardamos.
Pero Dios, para salvarnos, puso en vigor un plan diferente. Envió a su propio
Hijo con un cuerpo humano igual en todo al nuestro, salvo que no era pecador, y
al entregarlo en sacrificio por nuestros pecados, destruyo el dominio del
pecado sobre nosotros.
4- Por lo tanto, si nos dejamos conducir por el
Espíritu Santo y negamos obediencia a la vieja naturaleza pecaminosa que está
en nosotros, podemos obedecer la ley de Dios.
5- Los que se dejan dominar por la baja naturaleza, viven sólo para auto complacerse, pero los que viven de acuerdo con el Espíritu Santo se conducen como agrada a Dios.
5- Los que se dejan dominar por la baja naturaleza, viven sólo para auto complacerse, pero los que viven de acuerdo con el Espíritu Santo se conducen como agrada a Dios.
6- El dejarse conducir por el Espíritu Santo produce
vida y paz, pero el dejarse conducir por la vieja naturaleza produce muerte,
7-porque la vieja naturaleza pecaminosa que está en nosotros, siempre se rebela
contra Dios.
Nunca ha obedecido la ley de Dios y nunca podrá
obedecerla.
8- Por eso, los que continúan bajo el dominio de su
antiguo yo pecador y se empeñan en continuar con sus perversidades, jamás
podrán agradar a Dios.
9- Pero ustedes nos son así. Si el Espíritu de Dios
mora en ustedes, están bajo el dominio de la nueva naturaleza.
(Y recuerden que no es cristiano quien en su interior
no tenga el Espíritu de Cristo.)
10- Más aunque Cristo viva en ustedes, sus cuerpos
están muertos a consecuencia del pecado; pero sus espíritus viven porque Cristo
los ha perdonado.
11- Y si el Espíritu de Dios que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, Él hará que sus cuerpos mortales despierten a la vida después de la muerte por medio del mismo Espíritu Santo que vive en ustedes.
11- Y si el Espíritu de Dios que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, Él hará que sus cuerpos mortales despierten a la vida después de la muerte por medio del mismo Espíritu Santo que vive en ustedes.
12- Así que, amados hermanos, ustedes no están
obligados a hacer lo que la vieja naturaleza les dice.
13- Si lo siguen haciendo están perdidos y perecerán;
pero si mediante el poder del Espíritu Santo destruyen la vieja naturaleza y
sus obras, vivirán.
14- Porque los que se dejan conducir por el Espíritu
de Dios son hijos de Dios.
15- No debemos actuar como esclavos serviles y
cobardes, sino como verdaderos hijos de Dios, como miembros adoptivos de su
familia que pueden llamarlo: “Padre, Padre”.
16- Porque el Espíritu Santo nos habla a lo más
profundo del alma y nos asegura que somos hijos de Dios.
17- Y como somos sus hijos, compartimos sus riquezas,
pues todo lo que Dios le da a Jesucristo es ahora también nuestro.
Pero si compartimos su gloria, también hemos de
compartir sus sufrimientos.
18- Sin embargo, lo que ahora sufrimos no tiene
comparación con la gloria que nos dará después.
(Romanos 8:1-18, La Biblia al Día 1979)
Por la autoridad de este y otros pasajes similares de la Escritura el cristiano puede saber que no tiene que vivir un momento de derrota el resto de su vida. Dios significa para usted una vida de victoria, una vida de poder, amor y alegría. Usted puede vivir en la plenitud del Espíritu como estilo de vida si sólo conoce sus derechos como hijo de Dios y obedece el liderazgo del Espíritu Santo.
8:1 Para los que están en Cristo Jesús…Pablo acaba de mostrar que la vida sin la gracia de Dios es derrota, miseria y esclavitud al pecado. Ahora en el capítulo 8, Pablo dice que la vida espiritual, el estar libre de la condenación, la victoria sobre el pecado y la comunión con Dios vienen mediante la unión con Cristo por la presencia del Espíritu Santo. Al que recibe y sigue al Espíritu se le libra del poder del pecado y se le conduce a la glorificación final.
Por la autoridad de este y otros pasajes similares de la Escritura el cristiano puede saber que no tiene que vivir un momento de derrota el resto de su vida. Dios significa para usted una vida de victoria, una vida de poder, amor y alegría. Usted puede vivir en la plenitud del Espíritu como estilo de vida si sólo conoce sus derechos como hijo de Dios y obedece el liderazgo del Espíritu Santo.
8:1 Para los que están en Cristo Jesús…Pablo acaba de mostrar que la vida sin la gracia de Dios es derrota, miseria y esclavitud al pecado. Ahora en el capítulo 8, Pablo dice que la vida espiritual, el estar libre de la condenación, la victoria sobre el pecado y la comunión con Dios vienen mediante la unión con Cristo por la presencia del Espíritu Santo. Al que recibe y sigue al Espíritu se le libra del poder del pecado y se le conduce a la glorificación final.
8:2 La ley del Espíritu… Esta “ley del espíritu de vida” es el poder
regulador y activador del Espíritu Santo que opera en el corazón del creyente.
El Espíritu Santo entra en el pecador para vivir en él y lo libra del poder del pecado. La ley del
Espíritu va obrando en el recién convertido a medida que se compromete a
obedecer al Espíritu Santo. Encuentra un nuevo poder que obra en él, un poder
que le permite vencer al pecado.
8:4 La justicia de la ley se cumpliese en nosotros… La obra del
Espíritu Santo dentro de los creyentes los capacita para llevar una vida de
justicia, que se considera como el cumplimiento de la ley moral de Dios.
8: 5-14 Conforme a la carne… al Espíritu.
Pablo describe dos clases
de personas; las que viven según la carne y las que viven según el Espíritu.
Vivir “conforme a la
carne” es depender de nuestra vieja naturaleza pecaminosa para vivir la vida
cristiana.
Vivir “conforme al
Espíritu” es someterse a la dirección y capacitación del Espíritu Santo, y
ocuparse en las cosas de Dios.
Es vivir en todo tiempo en
la presencia de Dios, confiando en que Él nos dará la ayuda y la gracia
necesarias para realizar su voluntad en y por medio de nosotros. Es imposible
seguir la carne y al Espíritu al mismo tiempo.
A las personas para las
cuales las cosas de Dios representan su principal amor e interés, les espera la
vida eterna y la comunión con Dios.
8:9 Si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Desde el momento en
que acepta a Jesucristo como Señor y Salvador, todo creyente tiene al Espíritu
Santo viviendo en él. (Efesios 1:13-14, I Corintios 3:16; 6:19-20)
8:13 Hacéis morir las obras de la carne.
Pablo acentúa la necesidad
de una lucha continua contra todo lo que pudiera limitar la obra de Dios en la
vida del creyente, ya que el pecado está siempre esforzándose por volver a
dominar a los que tuvo bajo su control.
Los creyentes deben
decidir constantemente si van a
someterse a los deseos pecaminosos o a las exigencias de la naturaleza divina
en la cual participan. (Gálatas 5:16,18).
8:14 Guiados por el Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo vive en
el hijo de Dios con el fin de guiarlo a pensar, hablar y actuar de acuerdo con
la Palabra de Dios.
1) Él guía primordialmente
mediante impulsos que (a) son estímulos internos a hacer la voluntad de Dios y
a darle muerte a las obras de la carne. (b) están siempre en armonía con las
Escrituras.
2) El impulso del Espíritu
viene al (a) leer la Palabra de Dios, (b) orar con fervor, (c) escuchar la
predicación y la enseñanza bíblica.
8:17 Si padecemos juntamente con Él.
Pablo les recuerda a los creyentes que la vida victoriosa en el
Espíritu no es un camino fácil. Jesús sufrió y sus seguidores también sufrirán.
Se considera que ese sufrimiento es con Él y es la consecuencia de la relación
de hijos con Dios, de la identificación con Cristo, del testimonio acerca de
Él, y de la negación a adaptarse al mundo. (Romanos 12:1-2).
8:18 Las aflicciones del tiempo presente.
Todos los sufrimientos de este mundo –enfermedad, dolor, miseria, desilusión, pobreza, maltrato, tristeza, persecución y dificultades de toda clase- deben considerarse insignificante cuando se comparan con la bendición, los privilegios y la gloria que se le darán al creyente fiel en el mundo venidero. (2 Corintios 4:17).
Todos los sufrimientos de este mundo –enfermedad, dolor, miseria, desilusión, pobreza, maltrato, tristeza, persecución y dificultades de toda clase- deben considerarse insignificante cuando se comparan con la bendición, los privilegios y la gloria que se le darán al creyente fiel en el mundo venidero. (2 Corintios 4:17).
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